21 de enero de 2014

Eso no entraba en sus planes. No había hueco para quererla, para adorar sus defectos. Para correr detrás de ella si se enfadaba. Para admirarla sin maquillaje y creer que estaba guapísima así. Para llevarle flores en un día no especial o aparecer en su puerta sin motivo. No había sitio para sentimientos, ni tiempo para sorprenderla con cualquier detalle. Su nombre permanecía en última posición en 'cosas importantes que hacer'. ¿Qué más daba si se encontraba mal, si lo necesitaba? ¿Por qué iba a preocuparse? Ya se le pasaría a ella sola. Él tenía demasiadas cosas en las que pensar cómo para tener que cargar con ella, con sus tonterías, con sus ganas de quererlo y todo lo que ello conllevaba. ¿Por qué debía importarle que ella siempre estuviera ahí, para él, siempre que la necesitó? Nadie le pidió que estuviera, lo hizo porque ella quiso. El amor disminuía conforme su éxito avanzaba. Ella jamas estaría a la altura de las circunstancias.


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