27 de febrero de 2012

Un poco de polvo de hadas y ... ¡A VOLAR!



Anoche, por primera vez en años, un problema me quitaba el sueño. Jamás había aguantado toda la noche sin dormir pensando. Antes pensaba “mañana será otro día, ya se solucionará”. Pero anoche sabía que no iba a pasar. Ahora, un día nuevo, sigo teniendo la misma preocupación. Ya no vale llamar a mamá para que me socorra. Ya no está. Al igual que ya no está esa niña de mi interior. Se ha ido, para no volver. Todos nos hacemos mayores en algún momento. Todos abandonamos el País de Nunca Jamás en algún momento. Y anoche me di cuenta de que yo ya no formaba parte de él. Ya no podría volar, ni jugar con los indios. Sin que nadie me avisara, ya era mayor. De pequeños, soñamos con ser mayores, ahora, quiero volver a darme la vuelta, agarrar mi osito de peluche, olvidarme de todo. Quiero volver a volar.



3 de febrero de 2012

Caer

Es extraño. Tú eres un extraño para mí. No sé lo que pasa por tu cabeza, pero aun así, puedo pasarme toda la tarde hablando contigo. De cualquier cosa. De cosas que no he hablado con nadie. Pero ahí estábamos, sentados uno frente al otro, hablando. Sin hacer nada más que eso. Tú me escuchas. Yo te escucho. Y así nos pasamos toda la tarde, y no necesito nada más. Se me pasan las horas, que siento como minutos. Conoces mis miedos mejor que yo misma, mis secretos, mis deseos y mis peores defectos. Y aquí sigues sentado. Mirándome a los ojos. Con esa sonrisa que hace que me pierda en ella. Y no te levantas cuando escuchas mis locuras, ni yo lo hago con las tuyas. Y siento que te conozco desde siempre. Que siempre has estado ahí. Pero algo nos retenía a conocernos. Y ahora, cuando deberíamos estar centrándonos en nosotros mismos, estás al teléfono, escuchando mis preocupaciones, a la una de la mañana, jurando que no has conocido persona más tierna que yo. Y me entra miedo. Tanto miedo que no sé qué pensar. Sé que hoy serás el protagonista de mis sueños, y mañana no saldrás todo el día de mi cabeza. Pero no quiero que esto pase de aquí. No. No puedo. No quiero. No debo. Y mientras lo escribo, sé que he caído. Otra vez. Cuando me prometí a mi misma no volver a caer.

2 de febrero de 2012


Cuentan que construyeron la vía férrea de los Alpes entre Viena y Venecia antes de que existiera un tren que pudiera realizar el trayecto, aún así lo construyeron, porque sabía que algún día llegaría el tren. Si hubiera tomado otro desvío, ahora estaría en otra parte, sería una persona distinta.