30 de octubre de 2011

Siempre se termina.


Aprendí que los amores "eternos" pueden terminar en una noche, que grandes amigos pueden volverse grandes desconocidos. Que nunca conocemos a una persona de verdad, que todavía no se ha inventado nada mejor que el abrazo de ese gran amigo
Que el "nunca más" nunca se cumple y que el "para siempre", siempre termina.

22 de octubre de 2011

Intenta contener las lagrimas cuando veo que tu lo estas haciendo. Pero no puedo. Se me escapan algunas lagrimas al abrazarte y sentir como tu intentas que las lagrimas no broten de tus ojos. No quiero soltarte, pues siento que te estás haciendo pedazos por dentro. Pero te sueltas, e intentas sonreírme, y te vas. Te vas porque tu orgullo no te deja llorar delante de nosotros. Sé que nos necesitas, a tus amigos, a los que ahora estamos aquí, así que te cojo la mano mientras caminas y la aprieto lo más fuerte que puedo. Es mi forma de decirte "Ei, estamos aquí, estoy aquí, no necesitas marcharte". Me sonríes y me vuelves a abrazar.

No dices nada, pero no hace falta. Ninguno dice nada porque el silencio es la mejor opción en este momento. Viene más gente a abrazarte y te suelto, pero no me alejo, por si me necesitas. Y vuelves a los cinco minutos, todavía asombrado de que esté aquí. De que no me haya marchado. Y no lo haré, sólo si tu me lo pides me marcharé. Pero no lo haces y vuelvo a abrazarte y siento como te relajas. Como tu respiración es más pausada y tu sonrisa empieza a florecer otra vez. Esa preciosa sonrisa que tienes.
Pero sé que sigues mal, pues tus ojos siguen acuosos, sin brillo, cansados. Sólo espero que esto pase lo más rápido posible, que tus ojos vuelvan a ser igual de brillantes y verdes, como cuando todo estaba bien. Que tu sonrisa me haga otra vez sonreír a mi.