22 de octubre de 2012


Entre los miles de documentos y fotografías que puedo tener acumuladas en mi ordenador, hay varias tuyas.  Pero hay una en especial. Una en la que salimos los dos. No estamos juntos posando. Ni estamos mirándonos y nos han robado ese instante nuestro. Es una foto de un día cualquiera, en algún lugar, no recuerdo el nombre. Un día que no estaba programado, ni estaba en mi recuerdo hasta que he visto la foto. Una foto en la que los dos sonreímos, mirando hacia el mismo punto, y supongo que alguien nos estaría hablando. Una foto que hace que cualquier persona que la vea tenga que sonreír a la fuerza, y más si estaba ese día con nosotros.  Una foto en la que al ver tu sonrisa, cualquier persona sabría por qué yo te perdono cualquier cosa, en la que cualquier persona diría que ese instante es uno de los mejores de tu vida, en la que cualquier persona quisiera estar en tu lugar. Esa sonrisa con la que recuerdo por qué te he querido siempre.


18 de agosto de 2012

Cuento de hadas con un final de verdad


Hace muchos años, probablemente muchos más de 15 años, dos princesas muy pequeñas se conocieron jugando en frente del reino de uno de sus abuelos. Muy rápido congeniaron. Se hicieron inseparables. Tanto, que cuando se fueron haciendo mayores, las dos iban juntas todos los fines de semana al reino de la otra para poder estar juntas mucho más tiempo. Recuerdan las dos su primera reunión, ninguna lloraba, porque sabían que estaba la otra para ayudarla, pero no tenían más que 7 y 6 años, eran muy pequeñas para ver todo lo que había delante de ellas. Todo lo que el futuro podía depararles. De la mano, fueron caminando por largos senderos, unos llenos de flores preciosas, donde el agua clara y cristalina bañaba sus pies, donde ellas pasaban largos días disfrutando una de la otra. Pero también tuvieron que recorrer senderos llenos de piedras, tan grandes que sin la ayuda de la otra era imposible pasarlos, o de largas espinas que hacían que sus heridas cada vez fueran más y más grandes. Pero aunque pasaran por senderos con muchísima dificultad, siempre fueron capaces de pasarlos juntas, como las mejores amigas que nadie podía tener. Los años fueron pasando y cada una fue tomando caminos diferentes, pero siempre muy cerca del que la otra tomaba. No querían separarse, por mucho que las dos empezaran a ser como el aceite y el agua. Sabían que tarde o temprano, esas rutas que habían elegido se unirían. De repente, ya las dos un poco mayores, empezaron a sentir atracción por lejanos príncipes de no tan lejanos reinos. Uno, moreno y despistado, otro, castaño y risueño. No tenían nada que ver uno  con el otro. Igual que las dos princesas, eran como el agua y el aceite. Parecía que ninguna de las dos princesas tendría problema en casarse con esos apuestos príncipes a los que sus padres les tenían tanto aprecio. Ni que tampoco tendrían problema la una con la otra. El tiempo pasó un poco más, y la mayor de las princesas, la más inquieta, decidió que era la hora de conocer otro reino, de saber cómo funcionaban las cosas fuera de sus dominios, de estudiar otros lugares, así que despidiéndose de su príncipe  y de su mejor amiga, se subió a aquel carromato que tanto miedo le daba sin ninguno de los dos. La otra princesa se quedó en su reino, junto a su príncipe, pero comenzaron a tener problemas. Nunca supieron arreglarlos y ahora cada uno partió por su lado. La princesa que había salido a otro reino, nunca sintió que a través de las cartas de su amado tuviera algún problema, hasta el día que su querida amiga fue a visitarla para conocer ella también esos lares de los que hablaba tanto su amiga. Comenzaron las peleas, las discusiones absurdas y las dos princesas se vieron en una situación en la que nunca habían estado. Las dos querían a dos príncipes pero ninguno de ellos parecía corresponderle. La princesa que estaba cultivándose en otro reino intentó olvidarse lo mejor que pudo de aquel príncipe que tanto la había hecho feliz. La otra princesa, siguió viviendo cerca del amado de su amiga, aun teniendo un pacto entre las dos en las que nunca de los jamases, la otra se acercaría al príncipe de la otra. Pasaron los años y el rey decidió que su hija había estudiado lo suficiente ese reino, que debía volver para poder partir hacia otro reino aun mayor, pero que antes, pasaría una larga temporada en casa. Las dos princesas se pusieron muy contentas, pues por fin podrían estar juntas. Una de ella había cambiado sus gustos, y ahora quería a una princesa en vez de aquel príncipe risueño. La otra princesa, nada más llegar preguntó a su amiga si el pacto que habían hecho seguía intacto, a lo que la otra contestó sin dudarlo que sí, que como podía ella desconfiar de su mejor amiga. Pocos años después, cuando la princesa inquieta y el príncipe despistado se encontraros, la princesa supo en sus ojos que su mejor amiga le había mentido, y preguntándole de nuevo, obtuvo aquella respuesta que le hubiese gustado recibir aquella primera vez que preguntó. Sintió que la amistad que tenía con su amiga del alma se desvanecía, que cada vez quedaba menos. No le molestaba que el pacto se hubiese roto, sino que la hubieran mentido tanto tiempo. No sólo estaba decepcionada con la otra princesa, sino con ella misma, por haber creído en los dos y haber confiado mucho más en su amiga que en lo que su corazón le decía. Y aquí acaba la historia de por qué no te puedes fiar ni de tu sombra, y que los mejores amigos no existen, que son sentimientos hacia una persona que te acaba defraudando, como cualquier otra.

8 de julio de 2012

Ya no hay segunda estrella a la derecha.

Hace tiempo que no escribía nada, y la verdad es que no tenía nada que decir… Pero hoy sí. Hoy tengo millones de cosas que decirte, millones de cosas que normalmente me callaría. Puede que hoy haya sido el día que más me hayas hartado o más me hayas cansado. O que esa llamada inesperada me abriera los ojos de una puta vez. Pues no puedo callarme que te odio. Y no te odio de una forma normal en las que dos personas discuten y se dicen miles de cosas a la cara y luego se arrepienten. Te odio porque juegas conmigo, con ella, con todas. Te odio porque bebes, sin saber cómo parar. Te odio por todas las veces que me has llamado a las 3 de la mañana, borracho para no variar, me has dicho que me querías y luego la has llamado a ella a las 4 para hacer lo mismo. Te odio porque te drogas, y cada vez tienes un pie más dentro de un hoyo muy profundo. Te odio porque me haces daño. Te odio porque no te das cuenta de todo lo que haces, no sé qué pensarás, pero da la sensación que todo lo que pasa a tu alrededor no es tu culpa, que alguien ya vendrá a solucionar todo, cada uno de tus estropicios. Pero no. Han pasado varios meses, y aquí sigo, sentada frente al mar viendo como destrozas mil y una cosa que yo antes pensaba que eran hermosas en ti. Odio la persona en la que te has convertido. Odio que ya no exista esa segunda estrella a la derecha en la que iba a buscarte.

Porque en mi interior, todavía pienso que no eres así, sino que ese viaje de 9 meses te ha cambiado por completo  y ahora no sabes cómo volver a ser tu mismo. Aunque el sentimiento que guardo en mi interior cada vez se apaga más, cada vez  me dice que siempre has sido así, y que yo, como muchas otras, como ella, hemos sido estúpidas al enamorarnos de ti.

Todas esas millones de cosas que tengo que decirte se simplifican en dos: madura y crece. 

Y en una última: déjame volar alto, tan alto que no vuelva a verte.

4 de mayo de 2012

Feliz


Llorar. Llorar y reír a la vez. Ese es un sentimiento totalmente extraño. Saber que se acabó, que ya no hay vuelta atrás, que vas a seguir para adelante sin él, pero a la vez, junto a él. Recuperar aquello que perdimos por hacernos los valientes, por tener un orgullo tan grande que nos cegaba, por ser las dos personas más cabezotas que conozco. De golpe, soy consciente de que hacía tiempo que quería escuchar eso, “se acabó, nunca más”, y me sorprendo a mi misma cuando una gota de agua salada recorre mi cara, y le siguen otras más, pero todas con una sonrisa que no me desaparece, que no puedo ni quiero remediar. Lo dijimos una vez, y dos, incluso tres veces, pero sabíamos que no era el final, que donde hubo ceniza siempre puede volver a renacer el fuego, y ahora que el viento ha esparcido las cenizas, soy feliz. Feliz por poder respirar tranquila, feliz al desaparecer los sentimientos de culpa, feliz por recuperar a mi mejor amigo.

11 de abril de 2012

La segunda estrella a la derecha y directos al amanecer



Te echo tanto de menos, que ya no soy capaz de ver pasar el tiempo.
Echo de menos tus sonrisas cálidas que aportan la seguridad de poder hacer cualquier cosa.
Echo de menos tus ojos, brillantes y fugaces como estrellas, que son capaces de iluminar hasta la tristeza.
Echo de menos tus caricias dulces capaces de inundarme a escalofríos
Echo de menos verte sonrojar cuando te miro con detenimiento y no eres capaz de aguantarme la mirada.
Echo de menos el calor de tu cuerpo, pues sin él, el verano se torna frio.
Echo de menos tus suspiros, tus gestos, tu boca, tus ojos, tus besos salados…
Te echo tanto de menos…

A veces miro de noche el cielo, y al ver los tímidos puntos de luz brillar en el firmamento no puedo dejar de sentirme sola. Porque por más que busco entre las estrellas, la más hermosa de todas, está demasiado lejos para poder verla.

20 de marzo de 2012

Más allá del tiempo, siempre.


Aunque esté a 4 mil kilómetros de distancia, a mil metros, a un palmo de la cara. Más allá del tiempo, de la distancia, de todo aquello que se interponga... Siempre encontraré la forma de escuchar tu risa, ver tu cara y sentir tus brazos al rededor de mi cuerpo. He echado de menos todo eso más de lo que te puedes llegar a imaginar.

"Prometo que estaré siempre en tu corazón, prometo amarte, no importa los retos que se nos presenten, Siempre encontraremos la manera de estar juntos"

27 de febrero de 2012

Un poco de polvo de hadas y ... ¡A VOLAR!



Anoche, por primera vez en años, un problema me quitaba el sueño. Jamás había aguantado toda la noche sin dormir pensando. Antes pensaba “mañana será otro día, ya se solucionará”. Pero anoche sabía que no iba a pasar. Ahora, un día nuevo, sigo teniendo la misma preocupación. Ya no vale llamar a mamá para que me socorra. Ya no está. Al igual que ya no está esa niña de mi interior. Se ha ido, para no volver. Todos nos hacemos mayores en algún momento. Todos abandonamos el País de Nunca Jamás en algún momento. Y anoche me di cuenta de que yo ya no formaba parte de él. Ya no podría volar, ni jugar con los indios. Sin que nadie me avisara, ya era mayor. De pequeños, soñamos con ser mayores, ahora, quiero volver a darme la vuelta, agarrar mi osito de peluche, olvidarme de todo. Quiero volver a volar.



3 de febrero de 2012

Caer

Es extraño. Tú eres un extraño para mí. No sé lo que pasa por tu cabeza, pero aun así, puedo pasarme toda la tarde hablando contigo. De cualquier cosa. De cosas que no he hablado con nadie. Pero ahí estábamos, sentados uno frente al otro, hablando. Sin hacer nada más que eso. Tú me escuchas. Yo te escucho. Y así nos pasamos toda la tarde, y no necesito nada más. Se me pasan las horas, que siento como minutos. Conoces mis miedos mejor que yo misma, mis secretos, mis deseos y mis peores defectos. Y aquí sigues sentado. Mirándome a los ojos. Con esa sonrisa que hace que me pierda en ella. Y no te levantas cuando escuchas mis locuras, ni yo lo hago con las tuyas. Y siento que te conozco desde siempre. Que siempre has estado ahí. Pero algo nos retenía a conocernos. Y ahora, cuando deberíamos estar centrándonos en nosotros mismos, estás al teléfono, escuchando mis preocupaciones, a la una de la mañana, jurando que no has conocido persona más tierna que yo. Y me entra miedo. Tanto miedo que no sé qué pensar. Sé que hoy serás el protagonista de mis sueños, y mañana no saldrás todo el día de mi cabeza. Pero no quiero que esto pase de aquí. No. No puedo. No quiero. No debo. Y mientras lo escribo, sé que he caído. Otra vez. Cuando me prometí a mi misma no volver a caer.

2 de febrero de 2012


Cuentan que construyeron la vía férrea de los Alpes entre Viena y Venecia antes de que existiera un tren que pudiera realizar el trayecto, aún así lo construyeron, porque sabía que algún día llegaría el tren. Si hubiera tomado otro desvío, ahora estaría en otra parte, sería una persona distinta.

14 de enero de 2012

Querido tu:

Yo Odio
... a ti.
... que me llames.
... que estés con otra persona.
... que no nos digamos lo que sentimos.
... a nosotros

Me Encanta
... tu
... todo lo que hemos sido
... los recuerdos que ha creado conmigo.
... nosotros

Echo de menos
... a ti
... tu forma de sonreír
... nuestras largas conversaciones
... una cerveza contigo
... a nosotros

Te odio. Te amo. Te echo de menos ...

10 de enero de 2012

Arriesga

La noche destelló cuando tú volviste a mis brazos.
Pero se apagó cuando echaste a correr,
Lejos de mí
VUELVE
Vuelve conmigo.
Dejémoslo todo atrás
No importa el mañana
Lo que importa es el ahora
Y Ahora quiero correr el riesgo de escaparnos.
JUNTOS
De huir juntos
Olvídate del qué dirán
Vuela otra vez junto a mí
ARRIESGA