29 de enero de 2013

Porque todo demonio una vez fue Ángel

Hacía tiempo que no me enfadaba. Y hoy no es con nadie y es con todos a la vez. Me dicen que esté tranquila, pero nada tiene que ver lo que me pasa con estar tranquila. No estoy nerviosa, solo cansada, enfadada, sin ánimos de hacer las cosas bien. Quiero gritar y a la vez llorar. Quiero reírme pero no sé de qué. 

Estoy cansada de jugar, de mentiras, de engaños, de esconderme. Pero a la vez, quiero correr a esconderme bajo mi cama, y esperar a que todo pase. Que todo acabe y vuelva la luz que un día alguien apagó. Que tu apagaste. Porque mi verdadero enfado es contigo. Por esperar más de dos putos días a que fueras lo suficientemente humano, persona, amigo, para hacer las cosas bien. Porque estoy cansada de que tires mil y una piedra y siempre corras a esconderte. 

Cobarde. COBARDE. No hay palabra que te defina mejor. Cobarde.

 No sé qué se te pasa por la cabeza, pero si yo soy capaz de respetar, callarme, obedecer tus decisiones, no entiendo ni comprendo por qué cada cierto tiempo volvemos al mismo punto. Yo no elegí, me limité a no ser egoísta, si tú querías eso, pues perfecto, lo aceptaba y me callaba, por mucho que no pensara igual que tú. ¿Y sabes por qué? Porque yo sí que te quiero. Quiero que cuando estés mal sepas que puedes contar conmigo, que cuando estés bien sepas que yo también voy a estar bien, quiero verte sonreír y que yo sea la causa, quiero que cada noche tú seas la persona que duerme a mi lado en una cama de 90 cm para tenerte bien cerca, quiero que aunque estemos a mil kilómetros de distancia, sentirte cerca cuando miro las estrellas. Pero lo que más quiero es que se acabe esto, que dejemos de jugar entre nosotros, porque me quemo por dentro, y soy yo la que siempre se chamusca, y ya no queda mucha parte de mí que no se haya quemado en los demás incendios.
Es así como me haces daño. No me hace daño estar separados, pues ya te dije una vez que siempre que miro a las estrellas sé que estás ahí, echándome de menos igual que yo a ti.

 Pero por favor, acabemos ya con esto. 

O sí o no. 

Que sea definitivo.


5 de enero de 2013


Y es que hay veces, que por mucho tiempo que haya pasado, por muy lejos que estemos, por el incontable tiempo que pasamos sin vernos, por todas las horas que no hablamos… Que una sola palabra, una sola mirada, una sola sonrisa, un solo abrazo, hace que todo vuelva a ser como antes.

Y lo peor de esta historia, que sólo vuelve a ser como antes para mí.