5 de noviembre de 2011

Por nuestra foto colgada en la pared.


Hoy me he dado cuenta de que tu foto ya no está. La foto que colgué en la pared hace 4 años de nosotros no está. Me he quedado mirando fijamente la pared, y he visto el borde de la foto, más claro donde debía estar. Me he parado a pensar, ¿dónde está esa foto? ¿La quité? ¿La tiré? No tengo respuestas, porque no me acuerdo. Como tampoco me acuerdo que fue lo que me llamó la atención en ti. Ni recuerdo que película fue la primera que vimos, ni en qué año te conocí de verdad. No lo recuerdo. Sé que nuestra fotografía estaba ahí, pero me cuesta recordar tu cara. Tus ojos, no recuerdo si eran marrones o verdes, si tus dientes estaban perfectamente colocados o si tenías algún diente roto, tu voz. No lo recuerdo. Nada, absolutamente nada de lo que vivimos. Sólo me acuerdo de cuando éramos pequeños, cuando yo quería ser como tú, cuando me empeñaba en hacer todo lo que tú hacías. Mi guía. Y de tus manos. Las manos que siempre eran cálidas cuando me abrazabas, fuertes siempre que necesitaba que me sujetaras, suaves al acariciarme…

Por mucho que intento recordar, no puedo. Recordar las tardes de verano en las que nos tumbamos en la playa a no hacer nada. Recodar los domingos de invierno sentados en tu sofá, tapados con una manta viendo la película más romanticona que podíamos encontrar en el videoclub. Recordar todas las veces que terminábamos en el hospital por algún hueso roto de uno de los dos… Saltos de trampolín, carreras de atletismo, canastas, actuaciones, excursiones, risas, domingos de paella, llantos, peleas, paseos, besos, caricias, saltos al mar, viajes, silencios, sonrisas, dudas… A lo mejor es que es mejor no recordarlo. Dejar todos esos recuerdos en lo más alejado, rebuscado y perdido de mi cabeza.