-Nunca has visto llorar, ¿verdad?
-No, y espero no hacerlo nunca.-Respondiste con tu voz grave, serio.
Pero lo hice. Una gota de agua salada acababa de brotar de mi ojo y recorría rápidamente mi cara. Varias más la siguieron y tú, confuso, trataste de borrarlas con tus pulgares y tus besos.
-¿Por qué lloras?- Me preguntaste, acongojado.
-Porque te amo- Siempre odiaré lo desesperada que sonaba.
-No lo entiendo, yo también, ¿entonces por qué llorar?
No sabía cómo decírtelo. Decirte que tú eras el único chico en el mundo que me podría hacerme sentir feliz y triste al mismo tiempo, decirte lo perdida que me sentía cuando no estabas, los celos que sentía cuando tu hablabas de alguien, podría herir a alguien con esa rabia que contenía. Decirte que estaba enamorada de ti y del amor que compartíamos. Lo feliz que era cuando tú apareciste en mi vida y la cambiaste para siempre, a pesar de que alguna vez pasamos por algún momento de mierda. Decirte que cuando me hablabas se estremecía mi cuerpo. Como, cuando me besabas, me olvidaba de respirar. A veces, me sentía como una niña cuando me ponías el pelo por detrás de las orejas, aunque me gusta cómo me quedaba el pelo así . No sabía cómo decirte que no entendía por qué tú me amabas. Por lo que simplemente respondí:
-Te amo.
Y ahora me arrepiento de lo que pasó. De cómo terminó todo. De haber sido una estúpida dejando que "gente" hablara contigo de algo que nunca pasó. De no haber querido solucionarlo nunca. Me duelen todos los días las últimas palabras que me dijiste. Y más me duele saber que quieras olvidar momentos tan mágicos como este, haciendo como que no existo cuando me ves por la calle, porque vives en una pequeña ciudad, aunque yo ahora esté lejos, cada vez que vuelvo, nos vemos aunque no queramos. Porque una vez nos quisimos. Una vez sentí que tú eras lo más grande que había en mi vida. Y posiblemente, si nada de esto hubiese pasado, seguirías siéndolo.
Siempre tendrás una parte reservada de mi corazón por si, alguna vez, quieres volver.