20 de diciembre de 2011

Se acabó. Me rindo.

Se acabó el juego. Me rindo. Ganaste. Es lo que siempre quisiste, que las cosas fueran como tú querías. Pero yo no puedo seguir así. Autodestruyéndome. Me cansé de este juego. De un juego en el que parecía que tenías todas las de ganar. Aunque, hubo una vez, que tú te cansaste, que todo acabó. Parecía que los dos habíamos dejado de jugar. Que volvíamos a ser amigos, aunque no nos habláramos, pero sabíamos que estaríamos ahí si el otro necesitaba ayuda o por lo menos, ninguno se hacía daño. Y de repente, todo cambió. Vuelves a jugar, con ganas, y yo no me doy cuenta de lo que haces hasta que ya es tarde. Hasta que he vuelvo a caer, cual estúpida. Una y otra vez caigo. Y ya no hay nadie que me sujete. Siempre quisiste ganar, que las cosas fueran como tú querías. Pero se acabó. Ganaste a tu manera, porque yo me rindo. No quiero saber nada del juego, ni de ti, ni de nada que te rodee. Porque yo ya me he cansado, no pienso volver a hacerlo. A seguir corriendo tras de ti cuando me llamas, o a esperar sentada horas y horas un mensaje. Se murió. Voy a ser fuerte y voy a abandonar lo que una vez me hizo sonreír. A renunciar ha la única vez que he sido feliz de verdad. A renunciar lo que me hace sonreír todos los días, cuando recuerdo tu olor, o cuando veo un reflejo que me recuerda a tu pelo. Porque no hay persona, ni la habrá, que me haga la mitad de feliz que me lo hiciste tú a mí. Porque eres la primera persona en la que pienso cuando me despierto, me pregunto cómo estarás, que habrá sido de ti, me paso el día pensando en ti, por cualquier cosa que veo, pienso en ti y por la noche, cuando estoy cansada y estoy quedándome dormida, eres tú el que aparece en mi mente y el que permanece conmigo en mis sueños. Esta vez, lo siento, pero pienso rendirme en este juego. Felicidades, has ganado, pero ya me perdiste para siempre. No hagas nada por saber de mí, no me busques, no me llames… Nada. Quédate con la satisfacción de haber ganado. Se acabó el juego. Me rindo. Ganaste. Es lo que siempre quisiste, que las cosas fueran como tú querías. Pero yo no puedo seguir así. Autodestruyéndome. Me cansé de este juego. De un juego en el que parecía que tenías todas las de ganar. Aunque, hubo una vez, que tú te cansaste, que todo acabó. Parecía que los dos habíamos dejado de jugar. Que volvíamos a ser amigos, aunque no nos habláramos, pero sabíamos que estaríamos ahí si el otro necesitaba ayuda o por lo menos, ninguno se hacía daño. Y de repente, todo cambió. Vuelves a jugar, con ganas, y yo no me doy cuenta de lo que haces hasta que ya es tarde. Hasta que he vuelvo a caer, cual estúpida. Una y otra vez caigo. Y ya no hay nadie que me sujete. Siempre quisiste ganar, que las cosas fueran como tú querías. Pero se acabó. Ganaste a tu manera, porque yo me rindo. No quiero saber nada del juego, ni de ti, ni de nada que te rodee. Porque yo ya me he cansado, no pienso volver a hacerlo. A seguir corriendo tras de ti cuando me llamas, o a esperar sentada horas y horas un mensaje. Se murió. Voy a ser fuerte y voy a abandonar lo que una vez me hizo sonreír. A renunciar ha la única vez que he sido feliz de verdad. A renunciar lo que me hace sonreír todos los días, cuando recuerdo tu olor, o cuando veo un reflejo que me recuerda a tu pelo. Porque no hay persona, ni la habrá, que me haga la mitad de feliz que me lo hiciste tú a mí. Porque eres la primera persona en la que pienso cuando me despierto, me pregunto cómo estarás, que habrá sido de ti, me paso el día pensando en ti, por cualquier cosa que veo, pienso en ti y por la noche, cuando estoy cansada y estoy quedándome dormida, eres tú el que aparece en mi mente y el que permanece conmigo en mis sueños. Esta vez, lo siento, pero pienso rendirme en este juego. Felicidades, has ganado, pero ya me perdiste para siempre. No hagas nada por saber de mí, no me busques, no me llames… Nada. Quédate con la satisfacción de haber ganado. Y deja que yo, te olvide.

7 de diciembre de 2011

let's find some beautiful place for get lost

Hoy he vuelto a ese lugar tan nuestro, a ver como nuestra ausencia había borrado las caricias y los besos que nos dimos, las cosas que dijimos y las que callamos, las lagrimas derramadas por un amargo adiós. Y todo ha cambiado. Absolutamente todo. Nada está como lo recordaba. La noche era más oscura, ninguna estrella en el cielo, una luna diminuta presidia el cielo, y nubes que amenazaban con llover. Y esperaba que lloviera, que se llevara todos esos recuerdos que tenía contigo, y así lo hizo. Llovía tan fuerte que mis pensamientos se ahogaban tan rápido como nacían. Y no me importaba, sonreía mientras las personas que estaban a mí alrededor corrían a resguardarse. Mí sonrisa era tan notable que los que pasaban a mi lado susurraban que debía estar loca, y tampoco me importaba. Nada me importaba en ese momento. Tenía la mente totalmente en blanco. No necesitaba nada más. Salvo una cosa, que ese viejo amigo estuviera allí para tenderme un abrigo cuando decidiera que era hora de marcharnos.

Y allí estaba, para buscar un precioso lugar en donde perdernos.